MARÍA
Erase una vez una
niña llamada María, que vivía en un pueblo grande. Y un buen día vino, desde
muy lejos, la hermana de su madre a pasar unos días. Esta vivía en un
pueblecito muy pequeño.
Cuando estaba a
punto de irse, su tía invitó a María para que pasara una temporada en el pueblo
pequeño.
María aceptó
encantada y se fue con su tía… Allí enseguida hizo amigas con las que jugaba
todos los días. Y sin darse cuenta llegó la temporada del colegio.
María tenía que
volver a su pueblo pero su tía, que tenía mucho trabajo por aquella época, no
podía llevarla junto con sus padres y sus hermanos. Al final, entre todos,
decidieron que María se quedara con su tía hasta que pudiera llevarla a su
pueblo.
Así pasó un año en
el, aunque se lo pasaba muy bien con sus amigas y se sentía a gusto con su tía,
echaba mucho de menos a sus padres y hermanos.
Su mejor amiga
siempre estaba dándole besos y abrazos y la madre de su amiga también, pero,
aunque se sentía muy bien, añoraba terriblemente los besos y abrazos de sus
padres.
Al final llegó el
día tan esperado en el que podía volver a su pueblo, su tía tenía que ir a una
ciudad y María no podía ir con ella, así que aprovechó para llevarla a su casa.
Estaba nerviosa y ansiosa
esperando ese momento en el que poder fundirse en un abrazo con los suyos. Poco
a poco se fue acercando a sus padres y tímidamente se quedo esperando ese
deseado abrazo. Un abrazo que no llegó.
María se quedó muy
triste, pues fue viendo como su madre se ponía a hablar con sus hermanos y ella
se sintió apartada. No entendía como la madre de su amiga le daba tantos
abrazos y su propia madre no le daba ninguno…
Fueron pasando los
años y María se convirtió en una mujer estupenda que repartía besos y abrazos
cada vez que podía.
Su madre fue
perdiendo la memoria y aunque a María le quedó grabado ese abrazo que nunca
recibió, ella aprovechaba cada vez que la veía tan frágil y perdida darle todos
los abrazos que necesitaba…
Autora: Esperanza
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