Propuesta 4: Storytelling

 ¡YA ESTOY EN CASA!

 


Hoy lo consigo, me digo a mi misma, después de leer las fantásticas historias de mis compañeras y compañeros creativos, hoy consigo escribir algo que emocione.

Llevo semanas para elegir la historia que contar y aún ahora con el bolígrafo en la mano no sé por dónde empezar, las últimas semanas han sido difíciles y yo quiero contar algo que dé risa, que dé alegría, que transmita confianza y ganas de vivir.

Elegí una historia de cuentos, estas navidades había visto con mi nieta India muchos cuentos en el teatro Arbolé y quería hablar de las ilusiones, el despertar de los sentidos, de la sensibilidad, de la emoción, de la transmisión de valores, escribí un interesante texto, pero no, eso no era una storytelling, no valía.

Jolines, sólo me sale hablar de problemas, de penas, de pandemia, de miedo, de dolor, qué rollo, a ver si salgo de aquí.

Ole, ole, acabo de recibir una llamada, es mi compañera Lucía, educadora de la residencia de jóvenes inmigrantes donde trabajo. Me llama para ponerme a Amin, hoy es su cumpleaños y está en casa, ha pasado una mala racha y ha estado ingresado, su cabecica le juega malas pasadas y pierde un poco el norte, echa de menos a su madre, su gente querida, su entorno, sus costumbres, está aquí desde hace dos años, vino en patera, su familia pagó 3000 euros que todavía adeuda. Llegó siendo lo que se llama un MENA y desde entonces está en un centro.

Amin unos días dice que quiere volver a casa, y otros que quiere tener un futuro en España, conseguir sus papeles y poder ayudar a su familia.

Después de estos días difíciles, a Amin le han dado el alta, es su cumpleaños, 19 años, qué joven y cuánta vida por delante.

Sus compañeros en la residencia le han recibido con gritos de alegría y los brazos abiertos, son su familia.

Sólo los que compartimos vida con ellos nos damos cuenta de lo que significa para ellos su proceso migratorio: el desarraigo de sus familias les duele en el alma, adaptarse a vivir en un país extraño, aprender otra lengua y poder expresar lo que sienten, no poder comer la comida a la que están acostumbrados, no poder celebrar sus tradiciones entre los suyos, tener un futuro incierto, las dificultades para estudiar y conseguir un trabajo, para sentirse aceptados, respetados y queridos.

—¿Cuándo podré volver a abrazar a mi madre?

—¡Estoy bien, estoy bien, no os preocupéis! —repite a su familia en las videollamadas

—Tengo que rezar, tengo que rezar, tengo que ser bueno para que todo me vaya bien.

Cuando deja de hablar con su madre, una lágrima le resbala a Amin por su mejilla.

—¡Estoy bien, estoy bien —le repetía al médico cuando le ingresaban en el hospital.

—Tranquilo Amin, —le decía el médico—. Te vamos a ayudar.

Hoy Amin, me acaba de llamar, quiere darme la noticia porque somos una familia: estoy en casa, los chicos me van a hacer una fiesta, ya tengo 19 años.

—He hablado con mi madre, está contenta, porque ya estoy en casa.

 

Autora: Marisol

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