LA NIEBLA
Una
fría mano le acaricia el rostro. Es un rostro rugoso, lleno de arrugas, de esas,
que se van formando con la edad. Pero para esa mano, no importan las arrugas.
Para
esa mano, es el rostro más hermoso de la tierra y bajo sus fríos dedos, traza
una línea, en su amado semblante, en busca de algo que ya no está ahí.
El
dueño de esa mano es su marido. Ese marido que sigue tan enamorado de ella como
en el momento que la conoció…
Fue
hace tantos años. No le cuesta rememorar cada instante de ese primer encuentro.
Vuelve
a escuchar su risa cristalina y vuelve a ver esos ojos verdes que le enamoraron
en cuanto se posaron en él.
Si
cierra los ojos muy, muy, fuerte, puede seguir recreándose en todos esos
momentos de amor que siguen intactos en su memoria.
“Corre,
corre”. Piensa durante unos segundos. “Recuerda a tu amada
antes de que la niebla se te apodere otra vez”.
Abre
los ojos y ya no reconoce a esa mujer, que lo mira con una mirada verde, llena
de ternura y tristeza, pues sabe que lo ha vuelto a perder otra vez.
Pero
ella no permite que la pena le invada, pues, se ha propuesto recordar por los
dos antes de que la niebla la atrape.
Sabe
que mientras la mantenga a raya, él seguirá viviendo en sus recuerdos.
Autora: Pilar
Comentarios
Publicar un comentario
Nos interesa tu opinión si la expresas con respeto. No admitimos publicidad.