Un nuevo día ilumina nuestra vida.
Cuando amanece hay grandes esperanzas de lo que nos espera. La luz nos quita
muchos sueños pero nos coloca en la realidad de la vida. Vemos los contornos,
los hechos y no nos podemos engañar. Iniciamos un tiempo nuevo, sin engaños
todavía. Las tareas habituales nos conducirán a través de las horas, y solo
debemos cuidar en hacerlas como si fuesen a servir a los demás.
Importante, un buen desayuno, claro,
que sea nutritivo para nuestro cuerpo, pero que sus componentes procedan del
respeto al medio. Hemos llegado aquí tras un rato de higiene, de limpieza,
porque en nuestra vida nos han creado tantas protecciones que cada vez tenemos
que cuidar más qué tocamos y qué contaminamos nosotras mismas.
Vivimos en un espacio, nuestra
vivienda, donde el orden es necesario para la convivencia con otros. Lo que
deshacemos y ensuciamos para cualquier actividad hemos de reponer a su estado,
son cosas compartidas en su uso. Ciertamente aquí introduciremos alguna acción
creativa, pensando en el tiempo en que confluyamos los que vivimos juntos para
reponer fuerzas, pensar y preparar la comida de medio día. Ya tenemos comprados
los ingredientes, hay que acondicionarlos, y, sobre todo, que resulten buenos
para todas, queremos disfrutar de lo que nos llega al plato, unas verduras son
muy digestivas y sanas, luego podemos recrearnos con un guiso o por algo rápido
“vuelta y vuelta”.
Trabajamos, también, fuera de casa y
el reloj nos marca el momento que debemos cortar en las labores caseras,
todavía podríamos hacer algo más. Todas deben contribuir a esa parte de
convivencia.
En el puesto de trabajo las
relaciones con los compañeros seguramente son importantes para sacar el
trabajo, se forma parte de un equipo, hay que hablar, organizar, elaborar,
incluir en la actividad a más gente, proveedores, usuarios. Que al final de la
jornada hayamos avanzado en nuestro cometido productivo o de servicio.
Cansada, con ganas de cambiar de
actividad, con la ilusión de ver como está mi familia, retorno a mi casa y nos
juntamos ante la comida. Hacemos resumen de esa mitad de la jornada pasada, nos
interesamos por la de los demás y recordamos cosas pendientes para mantener el
bienestar de la vida en común. Un descanso para los que ya no vuelven a la
tarea productiva. Aún se cuela otra presencia, las noticias, un concurso
televisivo, están integrados en nuestra convivencia. Una presencia
omnipresente. Pienso que como muchas otras cosas podemos aprender a prescindir
de esa presencia.
Parte de la tarde la empleamos en
salir a la calle para proveer próximas necesidades y para encontrarnos con
familiares, o bien la dedicaremos al cuidado de alguien que espera nuestro
tiempo libre para compartirlo.
Cuando anochece volvemos con
nuestros próximos y nos anticipamos preparando el día de mañana, una pequeña
cena reparadora y descanso, que se llena de otras vidas y situaciones que
aparecen en la TV. Un libro y damos tiempo para soñar y para la llegada del
sueño.
Autora: Alicia
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